Sentado, tomando los primeros mates de este 2022 nacido hace unas horas.
Enciendo la computadora con la idea de escribir algo. Juego con títulos que voy descartando y a mitad de camino, mientras me siento un tanto atascado, se levanta mi hija mayor de dormir, con sus flamantes diez años, se acerca, me regala un beso y abrazo y, desde su mas absoluta espontaneidad, posa sus dedos en el teclado y completa la frase «TODO TIENE SU FELICIDAD«. Se ríe, como si supiera y a la vez no, lo que había hecho con tremenda puntualidad.
Todo tiene su Felicidad…y claro que si!!! tan simple que se nos escapa de las manos.
Miro alrededor, donde estoy sentado ahora: El tobogán, las hamacas, la pileta, flores, plantas, perros. Después de una semana de intenso sol y calor agobiantes está lloviendo y aún así se escuchan distintas aves cantar. El pasto celebra la caída del agua y las flores de las plantas se ven con colores mas vivos.
El viento mueve las hojas de las palmeras y a lo lejos se distinguen golondrinas danzando en el aire junto a algún aguilucho, gorriones, benteveos, zorzales…
Todo tiene su Felicidad, aquí mismo, ahora mismo, ni a un segundo ni a un centímetro de distancias. Nada hay fuera de lugar. Nada sobra ni falta. Un equilibrio exquisito se hace evidente. Me declaro impotente para poner en palabras lo que siento al experimentarlo. Apenas si puedo apuntar hacia ahí. Me corrijo, no al experimentarlo, sino al hacerme consciente de esa experiencia que siempre es.
No hay mas que un «Todo» y, en él, todos estamos y somos. En aparente separación pero en real unidad. Danzando a un mismo ritmo universal, cada forma baila el paso que le toca en coherencia absoluta con la partitura. Lo creamos o no. Lo veamos o no. Lo notemos o no. El baile infinito nunca se detuvo ni se detendrá, aún cuando tú y yo ya no estemos aquí, en forma humana, para atestiguarlo.
Todo tiene su Felicidad, aunque podemos elegir pensar que no es así y entonces, con nuestra potestad creadora y nuestra intrínseca libertad, nos inventamos las historias que nos dicen otra cosa y nos sentimos separados de ese Todo. Nos creemos infelices y, en consecuencia, así nos sentimos, infelices. Algo falta, algo sobra, algo está fuera de lugar. Las cosas deberían ser de otra manera. Tan pronto lo creemos, el paisaje se vuelve una superposición de elementos separados, aislados y sin sentido profundo.
Huérfanos ilusorios, nos vamos en búsqueda de lo que creímos perdido olvidando que ni un sólo paso nos podrá acercar ni alejar de la herencia natural que ya somos. Errantes por caminos que llevan a ninguna parte, o en todo caso a distraernos de aquello que la vida nos convoca desde siempre. Pero no te preocupes, ni desesperes, esa búsqueda, también es parte del todo y, cuando menos lo esperes, cuando menos esfuerzo pongas y mas rendido te sientas, aparecerán unos dedos pequeñitos que tomaran prestado el teclado de tu computadora y con absoluta puntualidad escribirán «TODO TIENE SU FELICIDAD» y volverás a casa, una vez mas, como hoy lo hice yo.
Abrazo, Paz y que cada día elijas ver un bello día.
Alexis